Abdallán Guzmán: resistir como forma de vida

por | Oct 19, 2025

La resistencia es una condena que el profesor Abdallán Guzmán Cruz acepta con estoicismo, es algo que lo caracteriza desde sus años formativos en el internado, pasando por su involucramiento en la lucha armada de los años setenta y su etapa como preso político. Ahora es una característica de la que no puede ni tampoco quiere huir mientras continúe la búsqueda de sus familiares desaparecidos y sigan existiendo los movimientos sociales.

Fotografías: Rodrigo Caballero

Morelia, Michoacán.- Cuando salió de la cárcel, el profesor Abdallán Guzmán Cruz acuñó un nuevo saludo, uno que usa para identificarse y que caracteriza a todos sus compañeros que continuaron en la lucha: “Firmes”.

Lo dice de sopetón, como si fuera una orden militar. Así lo saludan sus alumnos, su familia, los exguerrilleros y los comuneros indígenas; así se despide y así inicia sus conversaciones por mensajes de texto.

¿De dónde viene eso de “Firmes”

De la cárcel. Cuando salimos de la cárcel queríamos seguir la lucha, a pesar de que algunos compañeros ya se estaban dejando seducir por el Estado o se acomodaban de plano en absoluto maridaje con el Estado. Esos no se mantuvieron firmes, nosotros nos mantuvimos firmes, por eso lo decimos, para reconocer al compañero que sigue luchando.

Sentado en un café de la ciudad de Morelia, el ahora catedrático de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) recordó sus momentos en la lucha clandestina, sus historias como preso político y su nueva etapa en la búsqueda de sus familiares desaparecidos durante la llamada Guerra Sucia.

Retratos de toda la familia Guzmán Cruz.



El origen de la resistencia: formación y guerrilla


Hubo un evento que marcó la vida de Abdallán Guzmán Cruz: su ingreso al internado Hijos del Ejército en Pátzcuaro, donde su padre lo dejó a los seis años para que estudiara la primaria. Allí permaneció sin recibir una sola visita de su familia, a la que volvió a ver cuando regresó por su propia cuenta con su certificado de educación básica.

Pero un segundo evento marcó el inicio de su carrera: la Marcha por la Ruta de la Libertad, una protesta organizada por la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED) para exigir un alto a la represión de los movimientos estudiantiles, ocurrida en la década de 1960.

La Marcha se dio en febrero de 1968, meses antes de la matanza del 2 de octubre en la plaza de Tlatelolco, y pretendía seguir los pasos de los héroes de la Independencia saliendo de Dolores Hidalgo, Guanajuato, y culminando en Morelia, Michoacán.

Abdallán terminó en las primeras filas de estos movimientos estudiantiles gracias a la influencia de sus hermanos, a quienes reconoció como los primeros en encender la llama de la rebeldía en él.

En tercero de secundaria, mi hermano Amafer ya andaba en la política estudiantil, él fue el que más destacó; pero la que nos inició en el relajo fue mi hermana Graciela y siguió Alexander, los mayores.

La Marcha nunca llegó a Morelia, los estudiantes fueron detenidos por el Ejército mexicano cerca de la ciudad de Yuriria y la manifestación se disolvió de manera violenta con encapsulamientos por parte de los soldados.

Ese año la violencia terminó con la masacre de la Plaza de las Tres Culturas en la Ciudad de México, lo que condujo al inicio de la lucha clandestina, la única alternativa que personas como Abdallán y sus hermanos vieron ante la embestida del Estado.

Al principio tú no sabes que estás en la guerrilla, lo que sabes es que te mandan a dejar unas cosas, que luego ya andas en otro estado, que estás entregando mensajes, que acudiendo a reuniones y así, de poquito en poquito, te vas involucrando.

Entrada la década de los setenta, Abdallán ya estaba consciente de su papel como parte del Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), un grupo de la guerrilla urbana creado por estudiantes de izquierda en Moscú, en la extinta Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS).

La intención del MAR era la revolución armada, algo que estaba claro en la mente de Amafer Guzmán; fue él quien involucró a Abdallán en la formación de cuadros de la guerrilla, los cuales conformarían los grupos de reclutamiento, educación, expropiación y exploración.

¿Cuál es el principal error que comete la gente cuando piensa en la guerrilla?

Que es militar, las armas, cuando en realidad se trata de una lucha que abarca un proceso de formación política.

El 22 de septiembre de 1974, Abdallán Guzmán exploraba los alrededores de la Harinera Santa Lucía, una empresa que pretendían asaltar a la mañana siguiente, como parte de las misiones de expropiación realizadas con el fin de recolectar recursos para la guerrilla urbana y rural.

Sin embargo, el maestro fue detenido por policías que patrullaban la zona y, cuando a su compañero le encontraron un arma de fuego, ambos fueron trasladados a las oficinas de la Procuraduría del Estado de Michoacán, donde empezaron los interrogatorios hasta que descubrieron que estaban afiliados al MAR.

Conmemoración del aniversario de la desaparición de la familia Guzmán Cruz, julio 2025.


La prisión como escuela: resistencia tras las rejas


¿Cuál es un recuerdo satisfactorio de un logro que haya tenido en su lucha?

La cárcel, porque no todo es castigo y malo. También aprendí muchísimo, fue como mi segunda universidad.

En 1975, Abdallán Guzmán Cruz llegó primero a la Crujía H del Palacio Negro de Lecumberri. Ahí estaban todos los detenidos esperando que les dictasen sentencia, cosa que a él nunca le pasó porque tenía todos los delitos imputados y ninguno al mismo tiempo.

Ya de ahí nos mandaron al castigo, nos mandaron a la D, en esa está puro matón, todo mundo ha matado, una o dos o hasta tres veces, pero por lo menos una o dos. Ahí estuve tres meses.

Luego el profesor pasó a la F, donde estaban los drogadictos y los narcotraficantes. En esta crujía, un castigo consistía en meter a los presos nuevos a una fuente que estaba en el centro del patio, con un águila de cantera en medio.

Tú tienes que espantarla, entonces andas en cuclillas y hasta que la espantas dejan de pegarte, te rompen palos en el cuerpo y ahí estás echándole agua y diciéndole “usha, usha”; y “Dígale más fuerte, hijo de su puta madre”, te gritan y te pegan y cómo se va a espantar si es de piedra.

Cuando los castigos se acabaron, el profesor pasó a la Crujía O, donde solamente había guerrilleros. Ahí conoció a José Francisco Paredes Ruiz, uno de los miembros del MAR, que se entrenó en Corea del Norte y pasó en prisión desde 1971 hasta 1977.

Panchito tuvo mucha sensibilidad para inyectarme el pinche virus del marxismo, porque cuando yo caí tenía nociones de las cosas, pero no había sistematizado los conceptos en torno a la acumulación del capital, la ley del valor, los procesos de intercambio, de consumo, etcétera.

Todos los días a las seis de la mañana iniciaban la jornada haciendo ejercicio y para las ocho ya tenían abierto El Capital, de Karl Marx, con una serie de hojas para leer, sistematizar y luego debatir.

“Vas a hacer la tarea y nos vamos a ir con los pinches ligos” me decía Panchito, que eran unos compas de la Liga (Liga Comunista 23 de Septiembre) que se creían los conocedores de la verdad con El capital. Y sí, pues, sí sabían, tenían más conocimiento que yo, vamos a que les demuestres que ya te los estás chingando, flaco’”.

Tras el cierre del llamado Palacio Negro, Abdallán pasó al Reclusorio Norte y luego al penal de Santa Martha Acatitla, donde recibió amnistía y dejó la prisión en 1979.



Después de la cárcel: lucha inquebrantable


Al reintegrarse a la vida en libertad, Abdallán comenzó a ejercitar un músculo que había quedado atrofiado luego de cinco años en prisión, el de la lucha legal a través del reclamo a las instituciones y la organización de vecinos, colonos, comuneros y trabajadores.

Nosotros teníamos la característica de que hacíamos partido ayudándole a la gente a resolver sus problemas. Problema de drenaje, problema de que no tenían casa, problema de que querían que sus hijos estudiaran, pues había que organizarlos y llevarlos a la lucha.

Esta forma de resistencia es la que ejerce desde que dejó de habitar la celda 4 del penal de Santa Martha Acatitla, una lucha que lo llevó a la dirigencia de movimientos estudiantiles, magisteriales, así como a la fundación del ahora extinto Partido de la Revolución Democrática (PRD), con el que fue diputado federal entre 2003 y 2006.

No me puedo salir ya, hemos tenido un proceso de lucha importante en varios momentos. Los compañeros con los que anduvimos en el movimiento se acuerdan de que participamos activamente y nos siguen buscando. No les puedo decir “ya no quiero saber ni madres”, entonces aquí seguimos.

Ese momentum acumulado por años de participación en movimientos sociales ya nunca se pudo detener y ayuda al maestro Abdallán a enfrentar adversidades y continuar firme en la lucha.

El profesor Abdallán Guzmán recuerda su tiempo en prisión como una escuela. Foto: Rodrigo Caballero.

¿Por qué sigue luchando?, ¿qué lo motiva?

El profesor no lo piensa ni un segundo, como si esa misma pregunta se la hubieran hecho mil veces o como si él mismo se la hubiera formulado sin cesar en su cabeza. La respuesta es una mezcla de motivos familiares, sociales e ideológicos que no solamente resumen su visión particular del mundo, sino que abarcan toda su vida.



La búsqueda de verdad y justicia familiar


Otra de las razones para seguir luchando es la búsqueda de sus familiares desaparecidos durante la Guerra Sucia, entre ellos sus hermanos Amafer, Armando, Solón y Venustiano Guzmán Cruz, así como su padre José de Jesús Guzmán Jiménez.

Amafer, Armando y Venustiano fueron arrestados por el Ejército mexicano mientras estaban en la clandestinidad y formaban parte de las columnas de la guerrilla urbana, Amafer en Morelia, Michoacán, Armando en Ciudad Nezahualcóyotl, estado de México, y Venustiano en Acapulco, Guerrero.

En agosto de 2024 se hizo pública una carta que recibió Rosario Ibarra de la Piedra, madre buscadora y fundadora del Comité Eureka. El documento contenía la confesión de un militar desertor; incluye una lista de ciento ochenta y tres personas que fueron detenidas entre 1972 y 1974 como parte de la represión durante la Guerra Sucia.

Según el informe, todos los detenidos fueron asesinados en la base militar de Pie de la Cuesta en Acapulco y sus cuerpos fueron tirados al mar desde un avión Aravat de fabricación israelita. Esto fue parte de las operaciones del Grupo Zorba, bajo el mando del coronel de infantería Francisco Quirós Hermosillo y el general Mario Arturo Acosta Chaparro.

En la lista aparecen cuatro nombres: Armando, Anafer (sic), Solon (sic) y Jesús Guzmán Cruz (sic), todos ellos detenidos por la Dirección Federal de Seguridad (DFS) en varios lugares de Michoacán y arrojados al mar en el 7º, 13º y 19º vuelo realizado por el Ejército mexicano. El nombre de Anafer (sic) está acompañado de una cruz, lo que significa que murió durante la tortura. Otras víctimas murieron fusiladas o fueron lanzadas desde el aeroplano aún con vida.

Ahí termina el rastro de la familia Guzmán Cruz. El único que no aparece es Venustiano, quien fue detenido en 1975, un año después de que se hiciera el documento. Sin embargo, el Comité Eureka afirmó que los llamados Vuelos de la Muerte se extendieron hasta 1979, por lo que Abdallán no descarta la posibilidad de que su hermano menor haya corrido con la misma suerte.

La búsqueda de la justicia implica que tienes que estar en acción, en actividad, hasta que se cumpla y esto va a tardar, yo creo que el nieto que tiene un año apenas va a estar grande y aún no se habrá concretado. No es a corto plazo, ya pasaron cincuenta años y no ha habido nada.

Listado de Víctimas de los Vuelos de la Muerte (1972-1974).


La convicción socialista: un ideal de vida


Abdallán Guzmán mantiene la férrea convicción socialista que lo ha acompañado desde que sus hermanos lo involucraron en los movimientos estudiantiles de la década de los sesenta.

Entre las marchas frustradas por el Ejército, la efervescencia de la Universidad michoacana y luego las lecciones de marxismo en las crujías de Lecumberri, la lucha ideológica quedó completamente tatuada en la mente de Abdallán Guzmán Cruz.

La visión que nosotros tenemos de una sociedad no es una visión como la actual, donde hay ricos y pobres y hay explotados y explotadores, sino que seguimos pensando que no hay otra forma que la del socialismo, entonces mi lucha o nuestra lucha tampoco es fortuita.

En sus años de lucha ¿ha habido algún momento oscuro en el que haya dudado seguir adelante?

No, momentos oscuros claro que hubo, pero ninguno que impida seguir adelante.

Las respuestas del profesor parecen contradictorias hasta que comienzan las anécdotas, las historias de sus años formativos, de la desaparición de sus familiares, la participación en movimientos sociales y lucha guerrillera. Todo esto y su visión de una nueva sociedad mantienen en pie de lucha al profesor de Historia, de la Universidad michoacana. Lo sostienen firme, como dice el propio Abdallán, cada vez que se encuentra a un alumno, a un exguerrillero o a un compañero de otros movimientos.

Me queda claro que es posible transformar al mundo, aunque parezca una ilusión, aunque parezca una quimera, aunque parezca un sueño.

Dibujo de Venustiano Guzmán Cruz, desaparecido en Acapulco, Guerrero en 1975.

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