La resistencia maya contra los monumentos a genocidas

por | Oct 12, 2025

En 2010, grupos conservadores y un Ayuntamiento panista impusieron una estatua en Mérida para rendir honor a los militares españoles que invadieron la península de Yucatán y reprimieron a los pueblos mayas con violencia. Diversas voces han solicitado su retiro por perpetuar un discurso de odio hacia la población maya. Hoy empujan acciones con la esperanza de derribar el monumento racista.

Fotografías: Lilia Balam

Yucatán, México.- En 2010, grupos conservadores y un Ayuntamiento panista impusieron una estatua en Mérida para rendir honor a Francisco de Montejo, el Adelantado, y su hijo, el Mozo, los militares españoles que quinientos años atrás invadieron la península de Yucatán y con violencia reprimieron a los pueblos mayas en el proceso denominado la “Conquista”. Diversas voces han solicitado su retiro por perpetuar un discurso de odio hacia la población maya y hoy empujan acciones con la esperanza de derribar el monumento racista.


Honrar a los violentadores de mayas

La primera vez que Óscar Chan, trabajador comunitario de Sanahcat, Yucatán, supo del monumento a los Montejo, fue en junio de 2010 cuando lo vio, recién colocado, en la avenida Paseo de Montejo, en el Centro de Mérida.

El proyecto fue una iniciativa del Patronato ProHistoria Peninsular de Yucatán (ProHispen), que recibió 650 mil pesos del Ayuntamiento de Mérida, entonces encabezado por César Bojórquez, del Partido Acción Nacional (PAN), y con el impulso de la Academia Yucateca de Genealogía Francisco de Montejo, integrada por descendientes de los “conquistadores”. Se trataba de una idea largamente perseguida por otras organizaciones igualmente conservadoras.

Su inauguración en junio de 2010 estuvo rodeada de discursos que glorificaban la invasión y los crímenes de los “conquistadores”, como el del cronista Juan Peón. Este escribió que “la historia universal es una sucesión de invasiones y conquistas”, que “era inevitable” la de América y que la población en Yucatán “tuvo suerte de que la conquistara España, la mejor y más humana de las potencias, que nos abrió las puertas a la civilización Occidental, trayéndonos sangre, religión y lengua” (sic).

Esa narrativa es racista, relaciona a la colonización con el mestizaje como mito fundacional, invisibilizando todo el despojo y violencia que enfrentaron los pueblos originarios, racializados y afrodescendientes durante la invasión española, de acuerdo con Ángeles Cruz, Oficial de Programas de la organización Racismo MX.

“La colonización se presenta como el hito por el cual nació la nación mexicana, pero moviliza discursos como el mestizaje. Creer que esta unión fue romántica, linda y que culturalmente somos el resultado de eso, es ignorar la parte violenta y cruel”, precisó la especialista.

En el caso concreto de Yucatán, “borra” la violencia de la que se valieron para fundar la ciudad de Mérida. “Al presentar a los Montejo como estas figuras únicas, casi sagradas, por las cuales inició la fundación de Mérida, se borra a la ciudad maya que fue antes: Jo’. Y también se ignora todo el despojo y la violencia hacia el pueblo maya en Yucatán”, añadió.

El monumento es un recordatorio cotidiano de la discriminación e invisibilización de la población maya. “Nos dice que la colonización fue gloriosa, justificada, que hubo bajas pero trajeron cultura y somos una nación mestiza, lo que implica que no hay personas mayas: son los Montejo y la unión de los Montejo con las personas indígenas”, abundó.


Los perpetradores de un genocidio

Ciertamente, la invasión española en Yucatán no fue un evento bonito. La tarea fue asignada en 1526 a Francisco de Montejo, el Adelantado, quien en 1531 recibió una carta de la reina española para hacerle saber, entre otros temas, “su preocupación por las muertes de los indígenas”, según reseña el historiador Juan Pablo Bolio.

Un poco después, dos jueces visitadores empezaron, a instancia del emperador Carlos V, tres juicios en contra de la actuación del Adelantado en la “conquista”. En 1550 fue sentenciado por el Consejo de Indias por irregularidades en su administración, “especialmente de cometer abusos en contra de pueblos mayas”, de acuerdo con Bolio.

En la “conquista” también participaron su hijo Francisco de Montejo, el Mozo, quien recurrió al terror psicológico para amedrentar a la población maya, y su sobrino, Francisco de Armenta, uno de los “ conquistadores” “más brutales”, como lo califica el historiador John Chuchiak, quien documentó testimonios brindados por militares durante juicios.

Uno de ellos es el del soldado Martín de Gibraltar: un grupo de mayas se rindió y tiró sus armas, pero el Mozo y el Sobrino ordenaron encerrarlos en una casa y quemarlos vivos. Cuando Gibraltar se negó a realizar el procedimiento, porque el grupo ya no estaba armado, lo amenazaron con la muerte. Finalmente accedió a cometer el asesinato.

De igual forma, el militar Juan Bote declaró que era el Sobrino quien “hacía muchas crueldades en los indios, que unos aperraba y a otros estacaba y a otros ahorcaba y quemaba así estando de guerra como después de venido de paz, lo hacía a las veces con razón y otras veces sin razón o sin justicia”.

La violencia fue tal que hubo consecuencias: el Adelantado pasó “de ser considerado ‘héroe de la conquista de Yucatán’ a villano de la colonización debido a los abusos de poder personal aplicado en los primeros años de vida política en la península”, según señala Bolio en uno de sus estudios.

El contrato con el cual se asignó la tarea de invadir a Yucatán especificaba que se debía “tratar bien a los indígenas”. Por esto, al conocer las acusaciones de violencia contra pobladoras y pobladores originarios, la Corona española les quitó el poder y las encomiendas tanto al Adelantado como al Mozo, detalló Chuchiak.

“Con brutalidad y guerra psicológica pudieron conquistar. Se puede decir que si hay una conquista es por estas violencias que hicieron que se rindieran muchos pueblos mayas”, explicó el especialista en entrevista para Ceiba.


Monumentos que son símbolos de odio

No se debe minimizar el poder de un monumento. Es necesario entender el racismo como una estructura compuesta de narrativas que nos insertan y devienen en actos de violencia y discriminación, que hay un elemento de poder que hace que estas narrativas y actos permanezcan impunes, incuestionables y naturalizados.

“Aunque pudiese parecer algo menor, es parte de esta estructura. Ese mismo discurso de colonización y mestizaje es el que moviliza el despojo territorial, el que está ahí cuando hay perfilamiento racial y violencia policial, o cuando reprimen y violentan a activistas que defienden a pueblos originarios”, expresó Ángeles Cruz.

Por otro lado, esos monumentos también se constituyen en punto de arranque de un ejercicio de memoria histórica, ante ellos elegimos qué historia queremos contar respecto a eventos sumamente violentos.

Sobre esto, Ángeles Cruz apuntó:

“Cuando pensamos en memoria histórica, quizás pensemos en las dictaduras del cono sur o en el holocausto, pero cuando se trata de personas racializadas no las nombramos dentro de estos eventos de extrema violencia. Es importante revertir esa historia oficial que se valió también de violencia, despojo y sangre, hacer un ejercicio de contar una historia desde quienes también son víctimas de estas narrativas estigmatizantes que provienen de la colonización y el mestizaje”.

Reconstruir la historia a partir de la imposición de monumentos que honran la discriminación.

Esto es un primer paso para construir a la población desde esa historia y reivindicar narrativas antirracistas, de resistencia, que nos alejen de la versión de la colonización como algo positivo, señaló.


La lucha por la memoria

Aunque al principio no reaccionó, Óscar Chan pronto escuchó de movilizaciones contra el monumento a los Montejo. En julio de 2010, un grupo de sesenta y nueve personas solicitó al Ayuntamiento, vía oficio, el retiro de la estatua. También fue abierta una página en Facebook que compartía información sobre el tema y se realizaron protestas en el monumento, para visibilizar su petición.

El trabajador maya se sumó. “Es muy indignante lo que eso significa y representa para nosotros. Y no solo es una cuestión de sentimientos, también hay un mensaje muy claro por parte de quienes lo pusieron para ocupar espacios públicos. Es un significado obvio de opresión, clasista, que remarca la desigualdad que existe”, precisó.

La discusión en torno a la estatua cobró fuerza en 2021, cuando fue intervenida con pintas y carteles contra la violencia de género, la discriminación y el racismo durante la protesta del 8M, día de la eliminación de la violencia contra las mujeres.

Protesta ante el monumento a los Montejo durante el 8M 2021

En octubre del mismo año se realizó una pequeña manifestación pacífica en el monumento, para nuevamente exigir su retiro. Pero en esa ocasión, se implementó un fuerte operativo policial para intimidar a las y los manifestantes y proteger a la estatua.

Operativo policial ante manifestación pacífica ante el monumento a los Montejo

Este hecho impulsó a la asociación civil Kanan a unirse a las exigencias ciudadanas de derribar la estatua racista. Junto con Racismo MX realizó un mapeo para conocer la opinión de la ciudadanía. Encontraron que 82 %, de las cien personas que contestaron la encuesta, calificó de racista al monumento a los Montejo. 93.9 % consideró que por esa razón no debía permanecer.

“Existen elementos para considerar que el monumento a los Montejo es un símbolo de odio y eso está prohibido por el derecho a la libertad de expresión, sobre todo porque es un monumento erigido en 2010, no es histórico, patrimonial ni colonial. No tiene ninguna categorización cultural, histórica ni de protección, por lo que sí consideramos que es una forma de manifestar odio hacia las personas mayas que son las que sufrieron con la invasión española”, recalcó Miguel Anguas, abogado de Kanan.

En octubre de 2024, Kanan y Racismo MX se reunieron con Adrián Gorocica y Diego Carrera, regidores del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), para presentarles el informe. Los funcionarios prometieron presentar una propuesta ante el Cabildo de Mérida para retirar el monumento, pero a la fecha esto no ha ocurrido.

De acuerdo con Cruz, esto puede deberse a que “no hubo buena recepción de los demás regidores”, quienes argumentaron que la “conquista” y colonización, si bien tuvieron cuestiones negativas y violentas, también tuvieron cuestiones positivas. También se dijo que Desarrollo Urbano no tenía el presupuesto para retirarla y, además, que los Montejo son fundadores de la ciudad y, por lo tanto, figuras relacionadas con la historia de la capital yucateca.


El monumento ¨símbolo de respeto¨

Ante la negativa del cabildo para retirar la estatua, dos grupos de personas mayas y racializadas de distintos municipios yucatecos se organizaron para emprender acciones legales contra el monumento. El 11 de octubre enviaron al Ayuntamiento de Mérida dos peticiones de retiro de la efigie, pero la autoridad no contestó. Por ello, en enero de este año, presentaron amparos por la falta de respuesta.

Esta vez, la presidencia municipal se negó a quitar la estatua bajo el mismo argumento de la falta de recursos, pero no brindaron evidencias de ello. Entonces en marzo también se promovió un juicio ante el Tribunal de lo Contencioso-Administrativo de Mérida y otro amparo para invalidar la respuesta municipal.

En respuesta al amparo, la municipalidad, a través de la Dirección de Desarrollo Urbano, afirmó que no quitará el monumento “porque es un momento histórico y se encuentra dentro de la zona patrimonial del Ayuntamiento y hay que protegerlo”. Pero esto no es del todo cierto, si bien hay un reglamento municipal que “blinda” el patrimonio público en el centro de la ciudad, no se trata de un monumento histórico, toda vez que no fue erigido en los siglos XVIII, XIX y XX, y, por lo tanto, no cuenta con la protección que se brinda a ese tipo de objetos.

El Ayuntamiento también reiteró que la estatua “es símbolo de respeto a los fundadores de la ciudad y de lo que la sociedad quiere que sea representado en ese sitio en particular”. Negó que se tratara de un discurso de odio.

El Juzgado Tercero de Distrito ordenó al Ayuntamiento anular esa respuesta y emitir una nueva donde fundamentara su decisión. Y Kanan promovió un recurso de revisión a la sentencia, pues el Juzgado tiene la obligación de analizar el fondo, no solo la forma. Además, desechó pruebas antropológicas que determinarían si el monumento constituye un discurso de odio por su contexto histórico.

“Es una victoria a medias, porque el juzgado pudo perfectamente haber entrado al fondo del asunto, a analizar si el monumento es o no un discurso de odio”, detalló Anguas.

Respecto al actuar de la municipalidad, Anguas expresó que al igual que los otros gobiernos municipales panistas “abiertamente de derecha y conservadores religiosos”, prefiere “defender a la clase meridana blanca y racista aferrada a defender sus muros y monumentos sin cuestionarlos, sin pensar si está bien o mal colocarlos”, porque es el sector “con más poder económico, social y laboral, que les da soporte cuando están en el poder”.

“Su tirada es proteger esos intereses para no caer en contradicción con quienes le dan soporte a la persona que está en el poder y seguir invisibilizando a los que están abajo”, recalcó.

Óscar Chan consideró que la estatua debe ser removida y aunque no está esperanzado en que las autoridades hagan la tarea que les corresponde, recalcó que algunos derechos y luchas se han ganado “desde la clandestinidad”.

Así ocurrió con otras dos estatuas racistas en otros estados de México. En 1992, un grupo de organizaciones indígenas, que después formarían parte del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), derribó la estatua del militar español Diego de Mazariegos. Diez años más tarde, en 2022, el monumento a los constructores en Morelia, Michoacán, fue parcialmente destruido por el Consejo Supremo Indígena de Michoacán (CSIM).

¿Qué pasaría si retiran el monumento a los Montejo? Chan no sabe si sería bueno colocar la estatua de algún luchador social maya, como Nachi Cocom, de quien escuchó leyendas de la boca de su mamá, papá y abuelo, o simplemente no colocar más monumentos. Eso sí, sería necesario que la causa del retiro sea por el discurso de odio que emite y no por xenofobia.

Cruz recordó el caso de la estatua de Cristóbal Colón que estaba en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México y fue reemplazada en 2020 por la de una mujer indígena, esto último por decisión de las autoridades. Para la activista, lo ideal es que la propia ciudadanía decida qué hacer con los monumentos racistas.

“Hacer un ejercicio de memoria histórica implica reconocer que la colonización fue un proceso violento que no solo inició y culminó, sino que es un proceso continuo de poder que actualiza y refuerza narrativas de discriminación, de colonialidad. Eso es un punto de partida para construir y reconstruir la historia de un país, donde nombramos a los pueblos originarios y afromexicanos, que no están presentes en la historia oficial y que históricamente han sido objeto de despojo y violencia”, concluyó.

*Agradecemos al historiador Carlos Mendoza por su apoyo en la investigación histórica sobre los Montejo. 

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