Sentimiento de culpa y la manipulación de la historia

por | Oct 26, 2025

A través de las voces de tres militantes de izquierda residentes en Alemania, se profundiza en el origen del apoyo que da el Gobierno alemán y algunos sectores de la izquierda a Israel basándose en una argumentación de culpa por el antisemitismo de la Segunda Guerra Mundial. La generación de un discurso distorsionado ha ocasionado la criminalización del movimiento por la causa palestina en un mundo que atestigua el genocidio a través de las redes sociales.

Fotografías: Heriberto Paredes

Berlín, Alemania.- En Berlín, las calles abundan en graffitis y tags, imprimiendo a la ciudad un aire rudo. Cada una de estas frases y diseños cuenta pedazos de historias, procesos, secuencias de conversaciones que se vuelven capas de la piel urbana. Lo que la gente habla, los rumores, el peso del ambiente, las calles lo reflejan. A diferencia de otras partes del mundo, Berlín acoge las pintas callejeras, y no desde hoy ni desde ayer. Durante los años del muro que partía la ciudad en dos, el lado oeste (por lo menos) permitía murales y frases pintadas, muchos de los cuales aún sobreviven, firmes en las placas de concreto.

Tan relevante son estos mensajes de color que, a más de setecientos kilómetros de distancia, a alguien se le ocurrió colocar dos fragmentos de los muros berlineses en las afueras de la sede del Parlamento Europeo en Bruselas.

Sin embargo, a partir del 7 de octubre de 2023, entre estos mensajes callejeros ya no hubo buena convivencia. Por un lado, algunos exigían Free Palestine y, por otro, gritaban Fuck Hamas.

Este conflicto refleja algo más profundo: una realidad que todavía burbujea por debajo, aunque muy cerca, de la superficie. Mientras los medios de comunicación de toda clase –electrónicos, televisivos e impresos– han hecho profunda omisión del genocidio que Israel lleva a cabo en contra del pueblo palestino, el silencio cómplice se va agrietando en la capital de Alemania.

Hablamos con tres personas alemanas que luchan por romper el silencio cómplice. Un silencio que ha justificado en este país la masacre que lleva dos años, que transcurre a plena vista y ante la que nadie parece interponerse. Su amable testimonio se mantiene anónimo, para que su disposición de conversar abiertamente no les traiga consecuencias. Para ello, usaré seudónimos.

«Que se joda Israel». Constantemente los mensajes en las paredes de las calles berlinesas aparecen tachados. Berlín, octubre de 2025


No hay nada oculto


“En el centro de todo está la gente: la población civil en Gaza y la situación que actualmente está padeciendo. Hay que enfocarse en esto y encontrar maneras diferentes de aliviar un poco este sufrimiento. Vimos desde nuestras casas cómo el Ejército israelí interceptó los barcos de la Flotilla de la Libertad, que contaba con más de cuarenta embarcaciones y tripulaciones de más de cuarenta nacionalidades. Eso no fue ni un secreto ni un hecho aislado. No intentaron esconderse y llevar apoyo humanitario en secreto. Fue un gesto destinado a romper el cerco mediático y desafiar el discurso justificante que envuelve el genocidio”, señala Sven al inicio de su charla con Ceiba.

Alemania cuenta con un gran número de medios de comunicación, tanto públicos como privados, tanto electrónicos como impresos, de radio y televisión. Sin embargo, La Flotilla no ocupó el titular de ninguno de ellos.

Sven pasó más de cinco años de trabajo político fuera de Alemania. Hoy, a sus treinta y siete, ha decidido asentarse en su país para colaborar con algunas organizaciones solidarias con la causa palestina.

“La Flotilla no existió en la opinión pública alemana, porque los medios alemanes no la reportaron. Pero sí difundieron lo que el Ejército israelí declaró: que encontraron en Gaza documentos que comprobaban el vínculo entre Hamas y la tripulación de la Flotilla, sugiriendo, por lo tanto, que eran militantes de Hamas”, relata él.

¿De dónde viene esta necesidad de manipular las narrativas de los medios de comunicación y por tanto de la opinión pública? Annika, estudiante de veintiocho años, que comparte su tiempo entre Alemania y Latinoamérica, señala que la raíz reside en el manejo del discurso posterior a la Segunda Guerra Mundial, en donde, según cálculos del United States Holocaust Memorial Museum, seis millones de personas judías fueron asesinadas y al menos seis millones trescientas mil fueron prisioneras de guerra, personas polacas no judías, comunistas, romaníes, serbios, personas con discapacidades, disidentes y opositores alemanes, Testigos de Jehová, personas homosexuales y bisexuales, y personas afrodescendientes.

«Tráiganlos a casa ahora». A veces se encuentran murales como este, en donde se clama por el regreso de los rehenes israelíes. Berlín, octubre de 2025

“El genocidio cometido en aquella época tiene mucho peso. Por un lado, sí pienso que existe un sentimiento de culpa por el holocausto de los judíos y los crímenes atroces que cometió Alemania, pero ese sentimiento se entrelaza con los intereses políticos e institucionales, garantizando por ejemplo la venta de armas y la colaboración continua con Israel. Y eso ya nos convierte en cómplices. Un proceso colectivo de memoria, de remordimiento, de trabajo generalizado en la sociedad con el tema no puede resultar en la entrega de tierras de un gobierno colonial al pueblo victimizado y un trato de fidelidad incondicional más de ochenta años después”.

Resultado de esta manera tan selectiva de asumir el control de la narrativa oficial, en marzo de 2008, la antigua canciller Angela Merkel, en un discurso pronunciado en la Knesset –el parlamento de Israel–, expresó la directriz a seguir por el Estado alemán: “La seguridad de Israel es la seguridad del Estado alemán”, la Staatsräson, como se le conoce en la lengua germánica.

Su sucesor, Olaf Scholz, tras los ataques cometidos por Hamas el 7 de octubre de 2023, no solo reforzó esta línea, sino que agregó contundentemente: “En este momento solo puede haber un lugar para Alemania, el lugar junto a Israel”.

Dos años después estamos frente al silencio cómplice, frente a una descarnada represión policial y una constante criminalización del movimiento a favor de la causa palestina. Y, claro, frente a un genocidio que marcará por siempre a decenas de generaciones por venir y que no se borrará de la faz de la tierra.

«Liberen a Gaza…¿y luego?». También el metro ha sido lienzo para plantear preguntas acerca del genocidio contra Palestina. Berlín, octubre de 2025


Escribir la historia desde arriba


“Una de las denuncias políticas más constantes –precisa Annika– es la instrumentalización del concepto “antisemita”, el cual está siendo usado para refutar cualquier crítica a Israel de manera completamente absurda e irracional. Por otro lado, el estigma de “terrorista” aplicado a los palestinos y también a las personas solidarias con la lucha se combina con el racismo en contra del mundo árabe, al que se tacha de violento, incontrolable y, además, incapaz de gobernarse de manera autónoma”.

El despliegue de las fuerzas policiales en las calles berlinesas reprimió, de manera contundente, a las personas que, en manifestaciones pacíficas, expresaron su apoyo a la causa palestina. Quienes salieron a la calle denunciaron, a través de su presencia en el espacio público, la existencia de un genocidio que el Gobierno alemán se niega a llamar por su nombre y refuta bajo el argumento del antisemitismo.

Se hicieron fuertes acusaciones de “terrorista” a cualquier persona que públicamente expresara su postura a favor de Palestina y en contra de los ataques de Israel. Se prohibió usar kufiya –el tradicional pañuelo palestino que tiene patrones de líneas en las que se expresa parte de su cosmovisión– en la vía pública. Se sancionaron las banderas palestinas y cualquier referencia a sus colores, incluso mediante la imagen de la sandía. Episodios similares, en donde personas fueron acusadas de terrorismo, ocurrieron en la República Checa y en Rumanía.

Sin embargo, poco a poco se ha ido agrietando el silencio cómplice.

La charla se alarga incluso a través de mensajes de Whatsapp, en los que Annika comparte una reflexión:

“Existe una lógica colonial que pretende que todo acto de rebelión o solidaridad sea considerado terrorismo, y no lucha de libertad o independencia de los países colonizados. La negación de un genocidio, o sea, lo que ahora se puede ver en tiempo real, y la difusión de un discurso racista que tacha las luchas como actos de violencia resultan en la represión de estas resistencias legítimas. Yo creo que, para seguir manteniendo la historia oficial y política del Estado, se están utilizando discursos que son racistas y que radican en deshumanizar al pueblo palestino y a las personas con origen árabe, algo que se puede afirmar en el uso del lenguaje, en los medios y también en los discursos políticos”.

En esta imagen se hace alusión a la llamada ‘solución de los dos Estados’ sin mencionar que la existencia del Estado de Israel es posible porque ha invadido el territorio palestino desde 19848. Berlín, octubre de 2025


Tal vez no todo está perdido


Otto, documentalista palestino residente en Europa, sin embargo, reparte algo de optimismo y esperanza: “Después de las grandes protestas en Berlín, por ejemplo, también empezaron a hostigar a más personas pro-Palestina. Aun así, trato de no preocuparme tanto por ello –para ser honesto–, porque hay aún un montón trabajando en paralelo, muchas ONG trabajando, dando reportes de las violaciones a derechos humanos”.

En efecto, organizaciones como la Palestinian Prisoners Solidarity Network –quien públicamente apoya la causa– o la Rosa Luxemburg Stiftung quien, luego de ser señalada por guardar el silencio cómplice, recientemente ya usa el término “genocidio” para referirse a lo que ocurre contra Gaza. Aunque pequeño, el paso es una diferencia en su trabajo de investigación y con ello se ha intentado mostrar en Alemania que Israel está asesinando personas civiles que no tienen que ver con Hamas. Incluso un informe elaborado por B’TSELEM, el Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados, ha circulado ampliamente. Su nombre: Nuestro Genocidio.

“No soy un experto en la escena de izquierda en Alemania, pero sé que es una de las escenas más raras donde la izquierda apoya a los colonizadores y a las fuerzas de ocupación, lo cual es realmente loco. No es una broma, es realidad, y de alguna manera es realmente loco”, manifestó el documentalista.

El caso de Otto es diferente al de Sven, quien abiertamente se muestra pesimista ante esta manipulación de la historia y frente a las acciones del Gobierno alemán que, junto con una parte de la militancia de izquierda local, se declara sionista y apoya abiertamente a Israel. “Ya perdí la esperanza. Y la perdí también, como militante, perdí también la esperanza en la izquierda alemana autónoma”.

En Alemania, el apoyo y la complicidad con Israel se han consolidado y la sociedad ha mostrado, en su mayoría, que forma parte de ese respaldo o prefiere guardar silencio ante el genocidio. “La famosa frase ‘está complicado’… No sé qué tan complicado puede ser la documentación amplia de crímenes de guerra, asesinatos de médicos, trabajadores humanitarios, periodistas, infancias”, señala Annika.

Sin embargo, a pesar de este sabor amargo y del pesimismo que se puede generar, el 27 de septiembre de 2025 las calles berlinesas se retacaron de gente que salió para mostrar su apoyo a la causa palestina. Como parte de la convocatoria de All eyes on Gaza, se llevó a cabo un acto pacífico y lleno de música con el objetivo de alzar la voz nuevamente. A pesar del revisionismo histórico del Gobierno alemán, de la Staatsräson y de la criminalización del apoyo a Palestina, más de cien mil personas demostraron que tal vez, solo tal vez, no todo está perdido.

“Fue imposible hacer entender que el 7 de octubre sucedió como consecuencia de un proceso de represión que lleva varias décadas y de una ocupación ilegal. Sin embargo, fue un éxito la marcha del 27 de septiembre de 2025 a la que asistieron más de cien mil personas. El número de personas que llegaron fue importante para llevar el tema a las masas, para movilizar a más personas”.

«Los sionistas se pueden instalar en el infierno». La batalla de las ideas tiene un escenario en las calles de la capital alemana. Berlín, octubre de 2025

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