Guerra en zona gris: estrategia de Trump en la disputa multipolar

por | Sep 25, 2025

El retorno de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos devolvió la iniciativa a la ultraderecha política norteamericana, disputando su liderazgo en un mundo multipolar y construyendo nuevos pretextos para mantener su hegemonía sobre América Latina.

Mapa: Queso Rayones / Andamos Flotando

Fotografías: Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información de Venezuela y Heriberto Paredes

Caracas, Venezuela.– Durante las últimas semanas, el Gobierno de Donald Trump intensificó las amenazas que los Estados Unidos ciernen sobre Venezuela, algo que algunos analistas han calificado como una “guerra en zona gris”. Este fenómeno complejo desafía las nociones tradicionales de guerra y paz, se desarrolla en un espacio ambiguo, sus acciones hostiles pueden desestabilizar regiones y afectar la seguridad global sin llegar a ser una guerra abierta. Una de esas acciones fue la orden emitida por Trump, sin aprobación del Congreso, de ingreso de unidades militares estadounidenses en territorio extranjero para combatir a miembros de cárteles.

Esta estrategia ha incluido una guerra psicológica, con anuncios del avance de flotas de los Marines sobre el mar territorial venezolano. Se menciona al Tren de Aragua y al Cártel de los Soles. Con respecto al primero, se llevaron a cabo deportaciones de ciudadanos venezolanos a la cárcel de Bukele en El Salvador, con el fin de reflotar la trama policial en torno a ese grupo.

Por el lado del Cártel de los Soles, una de las amenazas más directas fue la oferta de una recompensa inicial de veinticinco millones de dólares, que luego se elevó a cincuenta millones de dólares, por información sobre el paradero del presidente Nicolás Maduro, a quien se le sindica como jefe del cártel. Todo esto, aunque varios jefes de Estado, incluida la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, hayan afirmado que no hay pruebas de la existencia de este cártel.

Además, la Administración del Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) no menciona en sus informes de 2024 y 2025 a Venezuela como país productor, corredor ni centro de lavado de capitales provenientes del negocio ilícito de la droga. Y, según cifras de la ONU, el tráfico de drogas desde Venezuela es no relevante, dado que por el mar Caribe apenas circula un pequeño porcentaje de la droga que va hacia grandes países consumidores, el resto circula por el Pacífico. Así mismo, las cifras demuestran que Venezuela no es país productor ni gran consumidor de drogas, como sí lo son varios países de la región.

El último episodio de esta escalada es el avance de tropas sobre el mar Caribe, con acciones como el supuesto disparo de un misil norteamericano contra una lancha con once tripulantes, o la intercepción y secuestro por ocho horas de una embarcación pesquera venezolana por parte de un grupo de Marines fuertemente armados. Todo ello es parte de esta guerra en zona gris que el Departamento de Estado ha abierto contra Venezuela. 

El motivo central detrás de estas acciones no es el combate a los cárteles ni la recuperación de la ¨democracia¨ en Venezuela, sino volver a contar con un gobierno amigo que permita acceder al petróleo del país caribeño. Venezuela posee una de las mayores reservas explotables del planeta, liderando en el mundo con aproximadamente 304 mil millones de barriles probados. Estas cifras se refieren específicamente al petróleo que puede extraerse de manera rentable con la tecnología y los costos actuales.


Venezuela preparada: se activan las milicias

Ante estas ¨amenazas extravagantes, estrambóticas y estrafalarias¨ de Estados Unidos, como las calificó el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el Gobierno venezolano ha tomado medidas defensivas y de preparación. Por ejemplo, a fines de agosto, el ministro del Interior y Justicia, Diosdado Cabello, confirmó que las fuerzas de seguridad están desplegadas en aguas territoriales venezolanas. En este contexto, informó que han incautado lanchas que transportaban combustible en el Caribe, que es propiedad del territorio venezolano.

Por su parte, el presidente anunció la activación de un plan especial para garantizar la cobertura de todo el territorio nacional con más de 4.5 millones de milicianos, describiéndolos como ¨milicias preparadas, activadas y armadas¨. Esta orden fue dada con el objetivo de ejecutar ¨tareas¨ específicas para enfrentar la renovación de las amenazas estadounidenses. Esta Milicia, integrada por unos cinco millones de reservistas, según cifras oficiales, fue creada por el expresidente Hugo Chávez. Más tarde pasó a ser parte de uno de los cinco componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).

Las fortalezas de Venezuela se encuentran ahora en que, a partir de la amenaza de posible invasión militar, emerge la firme voluntad de resistencia del pueblo venezolano por encima de banderas políticas. Incluso sectores de centro derecha se han manifestado a favor de defender la soberanía nacional. Ejemplos de ello son el secretario general del partido Acción Democrática, Bernabé Gutiérrez, quien en un digno discurso como diputado llamó al pueblo a defender la autonomía.

Preparación de milicias en Venezuela en la concepción de guerra de todo el pueblo. Foto: Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información de Venezuela


América para los americanos

Aunque sea de Perogrullo, vale decir que el imperialismo es una política más amplia que el colonialismo. Incluye tanto la dominación directa, propia del colonialismo, como la influencia indirecta a través del poder económico, la injerencia en políticas internas y el control cultural.

Nuestros pueblos reconocen sin dificultad que España, Portugal y Gran Bretaña fueron imperios que dominaron y colonizaron de forma directa. Pero, en el caso de Estados Unidos ha resultado complicado distinguirlo como nación imperialista, dada la influencia indirecta que ejerce a través de multinacionales, fondos de ayuda, discursos de defensa de la libertad y la democracia, etc.

¨América para los americanos¨ fue la consigna de la Doctrina Monroe, proclamada por el presidente de EE. UU., James Monroe, en 1823 para advertir a las potencias europeas que no intervinieran en los asuntos del continente americano ni establecieran nuevas colonias. Con el tiempo, esta frase pasó a significar la intervención y expansión de EE. UU. en América Latina, es decir, “América para los estadounidenses”.

En las políticas imperiales indirectas de Estados Unidos, aunque no vengan en hombros de los Marines, estuvo y está la cultura de masas a través del cine, la televisión e internet; el desarrollo tecnológico mediante IBM; el fordismo y la industria automotriz y de electrodomésticos; los sistemas financieros (expansión del capitalismo norteamericano); las empresas productoras de recursos naturales como la United Fruit o las de las industrias de extracción de petróleo; y las políticas de asesoramiento a través de instituciones como la Alianza para el Progreso de los 60, la Escuela Militar para las Américas y, en los últimos tiempos, el supuesto asesoramiento en el combate al narcotráfico, contra el crimen organizado y el terrorismo.


Un viejo yanqui recalcitrante

Aunque no es motivo de este artículo, bien vale recordar el triunfo electoral de Donald Trump en Estados Unidos, un triunfo con una pequeña diferencia en término de votantes (49,8 % sobre 48,3 % de la demócrata Kamala Harris), pero contundente en el Congreso, donde obtuvo la victoria territorial en la mayoría de los estados (312 contra 226).

¿Por qué importa recordar el resultado electoral? Porque Trump, muy a pesar de lo que se pueda pensar sobre su estabilidad psíquica, representa a un poco más de setenta y siete millones de norteamericanos, incluyendo migrantes con nacionalidad, que convalidan electoralmente el rol de Estados Unidos como gendarme mundial, avalando un programa de guerra arancelaria y militar. Trump vuelve a representar el sector más retrogrado y reaccionario de la sociedad norteamericana, una alianza de nacionalistas, supremacistas blancos, amigos del rifle y ultraortodoxos pastores evangélicos.

No es menor, por otro lado, que gane por segunda vez, luego de los escándalos denunciados y de la asonada popular contra el Congreso.

Este triunfo dota al gobierno de Donald Trump de una gran capacidad de iniciativa, la cual aprovecha ampliamente. Por un lado, lanza la guerra arancelaria, buscando desarrollar su economía con una política proteccionista y, por otro lado, abre un flanco de lucha ante las iniciativas de desdolarización de la economía que promueven varias naciones.

Al mismo tiempo, se posiciona como árbitro mundial, por encima de organismos internacionales; abre un posible diálogo con Putin y rezonga en público a Zelensky; mueve sus piezas en el mundo árabe; e intensifica el control sobre lo que considera su patio trasero, perpetuando y generando bloqueos a países que desafían su lógica de gobernanza (como Cuba y Venezuela) y promocionando a sus empresas para seguir expoliando recursos estratégicos (agua, petróleo, litio).


Guerra Fría, droga caliente

El éxito occidental de la “cultura de masas” posicionó simbólicamente a Estados Unidos como el vencedor de la Segunda Guerra Mundial. En primer lugar, llevó adelante el Plan Marshall de reconstrucción de Europa. Desde entonces, también se erigió como “campeón de la democracia”, combatiendo la expansión del comunismo soviético y manteniéndolo a raya tras la Cortina de Hierro, en la época de la Guerra Fría.

Estados Unidos logró que varios militares latinoamericanos, deslumbrados por esa gloria yanqui, se instruyeran en su Escuela Militar de las Américas para luego exportar cuartelazos y dictaduras militares. Es bueno recordar el rol del imperio norteamericano en la política interna de los países latinoamericanos, organizando, financiando y ejecutando golpes de Estado en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Cuba, El Salvador, Guatemala, Haití y Uruguay. La Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) justificaba sus acciones argumentando que eran necesarias para proteger los intereses nacionales de Estados Unidos y prevenir la propagación del comunismo. El momento de mayor tensión de la Guerra Fría fue la Crisis de los Misiles, cuando la Unión Soviética dio su apoyo a Cuba ante las aventuras de invasión por parte de Kennedy, el demócrata en el Gobierno de Estados Unidos.

El combate era, pues, al “comunismo”, denominación que, en la política del senador norteamericano Joseph McCarthy, abarcaba desde militantes del Partido Comunista, guerrilleros, sindicalistas, campesinos hasta a todos aquellos que tuvieran una voz crítica contra el sistema político y económico vigente. El “macartismo” delimitó dentro de Estados Unidos toda una época de seguimiento de “agentes comunistas”.

El estudio titulado Introducing the Military Intervention Project: A New Dataset on US Military Intervention, 1776-2019, realizado por la investigadora Sidita Kushi, del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Bridgewater, en Estados Unidos, ofrece nuevos datos que amplían el universo de las intervenciones estadounidenses. EE. UU. ha lanzado cerca de cuatrocientas intervenciones militares desde su independencia en 1776. La mitad de estas se llevaron a cabo entre 1950 y 2019, y el 25 % de ellas ocurrieron después del fin de la Guerra Fría.

Culminada la expansión del comunismo como argumento principal de la política exterior norteamericana, el combate a los cárteles de la droga se convirtió desde los lejanos noventa en la excusa fundamental.

Despliegue militar de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en El Caribe. Ilustración: Queso Rayones / Andamos Flotando


Embriagados de “maruja”

Para los años setenta, Estados Unidos ya vivía en el éxtasis de la triunfante revolución sexual y las drogas con uso recreativo, para algunos una manera de aliviar los efectos psicológicos de la derrota en la guerra de Vietnam. No lograba, a pesar de sus políticas represivas internas, alejar a sus jóvenes del “poder afrodisiaco de la marihuana” y combatir eficazmente el tráfico interno de cocaína y cristales que habían venido a suplantar el espacio dejado por los resultados de la “ley seca” que combatía el negocio ilegal del alcohol en los años treinta.

En una política de doble vara que sigue hasta hoy, Estados Unidos combate fronteras adentro el consumo de drogas, pero lo hace sin llegar a representar una amenaza para los intereses económicos que se desarrollan en torno al tráfico y que integra buena parte de la economía norteamericana no declarada y que elude los controles federales.

Al mismo tiempo, la DEA exporta sus manuales y cursos de combate a la droga en algunos países de América Latina. A partir de los noventa logra imponer el Plan Colombia, el cual pensaba irradiar al resto del continente, donde ya tenía bases militares. Pero, no contaba con que muchos de los agentes de la DEA y de la CIA encargados del combate a los grupos de narcotraficantes terminarían siendo aliados de estos.

Los agentes de la DEA y de la CIA, que habían logrado infiltrarse en algunos de los cárteles de la droga en Colombia y en América Central, habían visto las bondades del “doble juego”, logrando obtener del negocio una alta rentabilidad. Por un lado, vendían a los gobiernos de turno políticas de asesoramiento de combate a la producción (con laboratorios incluidos) y almacenamiento de droga. Por otro lado, trazaban rutas clandestinas, paralelas a las ilegales rutas de tráfico; es por esas rutas que sigue entrando droga a Estados Unidos fluidamente.

Actualmente, diezmados por el consumo de fentanilo, Trump elaboró un argumento imbuido de sentido común para la opinión pública norteamericana: si no se es capaz de combatir el consumo fronteras dentro, entonces hay que ir a combatir a los productores en su territorio. Pero, en este combate, los productores son un grupo que abarca desde campesinos que plantan coca, o muchachos en laboratorios clandestinos, hasta grupos insurgentes, organizaciones de la sociedad civil en defensa de sus derechos o gobiernos considerados autoritarios.

La construcción de la narrativa del supuesto Cártel de los Soles en Venezuela guarda similitudes con el caso del general panameño Manuel Antonio Noriega, cuya figura fue transformada por Estados Unidos de aliado estratégico durante la Guerra Fría a “narcocapo” enemigo. Justificó así la invasión de Panamá en 1989, tal como pretende justificar la guerra contra Venezuela.

Pero la supuesta guerra a las drogas que impuso Estados Unidos no resultó inocua. En México, la política de militarización de la seguridad pública deja un saldo de víctimas alarmante.

Estados Unidos lleva una política de doble juego respecto al tráfico de droga y al combate a los grupos criminales que la distribuyen. Fotografía: Heriberto Paredes

Según datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), entre 2006 y 2022 se registraron en México 218 885 personas desaparecidas. El 40 % son personas desaparecidas y no localizadas y el 60 % corresponde a personas localizadas. 89 458 son mujeres y 129 153 son hombres; la lógica de relaciones de poder está marcada por las fuerzas armadas, institución patriarcal por excelencia, y por los grupos del crimen organizado que operan en México.

A estas cifras en México hay que agregar las aún no sistematizadas en el resto del continente. Lo cierto es que, mientras las agencias norteamericanas instan a los gobiernos a invertir recursos humanos y financieros en guerras internas contra las drogas, se desarrollan informes estratégicos sobre las posibilidades de acceso y acaparamiento de los recursos naturales que tanto necesita el hiperconsumo de la sociedad norteamericana.


Migrantes, el nuevo enemigo fronteras adentro 

Por otro lado, el presidente Trump midió fuerzas con su política de migraciones. La histórica política del muro entre Estados Unidos y México es ampliada con una punitiva ejecución de redadas, encarcelamiento y deportaciones.

Alcanzando un nivel nunca visto hasta ahora, la deportación hacia la mega prisión del CECOT en el Salvador, deviene en una práctica migratoria que cuestiona el respeto por la dignidad humana por parte de las actuales autoridades de Estados Unidos.

Encontró resistencias internas que doblegó mediante el uso del cuerpo militar, pero sin llegar a desatar una pequeña guerra civil. Ante las crecientes protestas contra las redadas migratorias, su gobierno envió setecientos infantes de Marina y duplicó a cuatro mil el número de efectivos de la Guardia Nacional en el área de Los Ángeles, lo que desató una fuerte respuesta del mandatario estatal.

¨Es un paso inequívoco hacia el autoritarismo¨, dijo el gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom, ante la decisión del presidente de Estados Unidos de desplegar tropas federales en Los Ángeles sin su autorización. Agregó que esto fue la realización de «la fantasía desquiciada de un presidente dictatorial» y anunció una demanda contra la Casa Blanca por violar la soberanía de California.


Europa tan OTAN

La OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) es una alianza militar y política intergubernamental creada en 1949. Manifiesta que su objetivo es garantizar la libertad y seguridad de sus treinta y dos Estados miembro (treinta europeos, dos norteamericanos) mediante la defensa colectiva. Un ataque contra un miembro se considera un ataque contra todos.

Estados Unidos estableció esta alianza de pactos militares con dos propósitos: restringir el desarrollo de partidos y fuerzas comunistas en las regiones, y facilitar su influencia sobre los gobiernos del mundo. Esto formaba parte de una proyección de poder más amplia que permitió a Estados Unidos construir y mantener bases militares, algunas de ellas con capacidad nuclear, lejos de sus costas, pero cerca de la Unión Soviética, la República Popular Democrática de Corea, la República Democrática de Vietnam y la República Popular China, sentando de manera efectiva las bases de una presencia militar global.

Las guerras en Yugoslavia, Afganistán y Libia llevaron a la OTAN más allá de su área de operaciones directa. Sin embargo, esto dista mucho de ser el límite de la geografía imperialista de la alianza. El uso de la fuerza para destruir el Estado libio en 2011 no solo abrió las puertas a la migración de africanos y otros hacia Europa a través de Libia, sino que también desencadenó un asalto terrorista en Argelia, Mali, Burkina Faso y Níger.

Mientras Trump y su equipo de seguridad nacional parecen, en apariencia, dar la espalda a Europa y afirman que ya no financiarán su seguridad, los líderes europeos se apresuran a recaudar fondos para aumentar su apoyo a la guerra en Ucrania y fortalecer su propia producción y capacidad militar. Sin embargo, no hay indicios concretos de que Estados Unidos, fuerza dominante de la OTAN, vaya a retirarse de este instrumento militar o a disolverlo.

Se ha dicho que la OTAN es la organización más peligrosa de la tierra. Como “el ministerio de las colonias” la calificó Fidel Castro.

La frontera entre México y Estados Unidos ha sido militarizada recientemente. Fotografía: Heriberto Paredes


Desde el Atlántico sur

Las empresas multinacionales de servicios de internet como Google necesitan para el funcionamiento de sus data center enormes cantidades de agua. El consumo puede alcanzar los veinticinco millones de litros al año o incluso más para instalaciones grandes. Se estima que un centro de datos puede consumir la misma cantidad de agua que una pequeña ciudad. Este uso es vital para mantener la operación de la infraestructura digital, principalmente se emplea en la refrigeración de equipos.

Esas cantidades de agua se encuentran en el sur del continente, en la denominada Triple Frontera. Pero Estados Unidos no puede llegar alegremente a decir: “venimos por su agua”. Acceder al agua ya no es solo un problema de asegurar a su población el consumo potable. El asunto tiene otro contexto: detener el avance del comunismo chino en el Atlántico sur.

El almirante Alvin Holsey, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, participó el miércoles 20 de agosto en la apertura de la Conferencia Sudamericana de Defensa (SOUTHDEC) en Buenos Aires. Alertó sobre el rol de China en la región: “El Partido Comunista Chino continúa su incursión metódica en la región, buscando exportar su modelo autoritario, extraer recursos y establecer infraestructura de doble uso, desde puertos hasta el espacio”, dijo Holsey sin mayor empacho, en una conferencia de prensa. Agregó: “Esto puede permitirle proyectar poder, interrumpir el comercio y desafiar la soberanía de nuestras naciones e incluso la neutralidad de la Antártida”.

También asistió al evento el subsecretario de Defensa para la Defensa Nacional y Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, Roosevelt Ditlevson, quien hizo especial hincapié en la amenaza china. “Las empresas chinas capturan tierra, capturan infraestructura crítica y sectores estratégicos como la energía y las comunicaciones. China controla la inteligencia militar y las instalaciones espaciales en todo este hemisferio y amenaza puntos de acceso marítimo crítico como el Canal de Panamá, que es vital para la economía de cada nación”, señaló.

En la apertura del foro, el ministro de Defensa de Argentina, Luis Petri, reafirmó el alineamiento de su país con Estados Unidos y defendió una política de defensa basada en tres pilares: visión estratégica, modernización militar y cooperación con aliados. Petri subrayó la importancia del Atlántico sur al señalar que “el mar es la arteria sobre la cual circula la economía global”, y enfatizó que la libertad de navegación y la conciencia del dominio marítimo son intereses compartidos.

En verdad, China representa para el Gobierno de Estados Unidos una de las alternativas potentes que quebró su hegemonía luego de la Guerra Fría, y construyó este escenario multipolar donde el gigante asiático, al igual que los BRICS que también integra, cambió las reglas de juego. La multipolaridad ha dejado de dotar a Estados Unidos de su principal argumento post Segunda Guerra Mundial. Se desintegra su lugar como ¨campeón de la democracia¨.

Trump termina de configurar un mundo multipolar en disputa, al mismo tiempo que representa el rostro de los neofascismos. Encarna la misión de aniquilar una parte de la población del planeta que, en sus cálculos, sobra. Indudablemente, esto es mucho más profundo que una guerra con el fin de acaparar recursos naturales y evitar la desdolarización de la economía mundial.

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